En Estados Unidos la comunidad hispana constituye un segmento importante de la población y tiene un rápido crecimiento, lo cual significa que influirá cada vez más en la manera en que este país produce y consume energía. Asimismo, las políticas de los sectores público y privado que afectan el suministro, los precios y la distribución de energía afectarán a las comunidades hispanas de modo interesante y único.
En los últimos diez años, la participación hispana en la población estadounidense total aumentó a 18% y los hispanos representan 52% del crecimiento poblacional en Estados Unidos. Esto significa un inevitable incremento en el poder de compra de la comunidad hispana que se manifiesta en el sector energético. En 2012, un análisis realizado por el Congressional Hispanic Caucus Institute, Inc. reveló que en promedio los niveles de ingresos en los hogares hispanos son menores comparados con los de otras poblaciones, pero consumen más petróleo y gasolina que requieren para el transporte personal. Los datos sugieren que esto se debe a que las familias hispanas son numerosas y tienen más miembros que generan ingresos, por lo que necesitan un auto para ir y volver al trabajo. Por ello, los hispanos son especialmente vulnerables a los aumentos en el precio de la gasolina y les interesan mucho las políticas que afectan los hábitos de conducción y el uso del transporte público en el país.
Además los hispanos tienen la demanda de energía residencial más baja en comparación con otros grupos demográficos. Para estar seguros, muchas comunidades hispanas se agrupan en los estados cuyo clima templado requiere menos energía para calentar o enfriar sus casas y negocios. Aún así, un análisis más detallado del CHCI descubrió que, debido a varios factores, en promedio los hispanos tienden a usar menos energía en sus hogares. Queda por ver si esto significa un aplanamiento de la demanda a medida que la economía regresa a su ritmo de crecimiento normal, pero resalta la forma en que las comunidades hispanas del país, como un todo, ya están modelando el perfil energético de Estados Unidos.
Las nuevas tecnologías relacionadas con fuentes tradicionales como el petróleo y el gas natural, así como el imperativo de invertir en tecnologías renovables y energía alternativa empiezan a converger debido a que se alienta y apoya a los hispanos a buscar carreras en las áreas de STEM. Pese a que la participación hispana en la fuerza laboral estadounidense aumentó de 3% en 1970 a casi 20% en la actualidad, los hispanos representan apenas 7% de la fuerza laboral de STEM, según los hallazgos de Pew Research. En los años recientes las iniciativas públicas y privadas se han enfocado en elevar esta cifra. En un foro realizado en 2014 sobre los milenials hispanos en los campos de STEM, Cecilia Muñoz, ex directora del Consejo de Política Nacional de la Casa Blanca, comentó, “No es altruismo, es algo completamente relacionado con nuestro futuro económico».
La disponibilidad de calefacción, electricidad y gasolina asequibles tiene un gran impacto en la seguridad económica de las familias. Los hogares con bajos ingresos pagan más de tres veces la cantidad que pagan los hogares con mayores ingresos. Para una familia con un ingreso medio alrededor de $25,000, una factura anual de electricidad por $1,700 obliga a tomar decisiones sobre otras necesidades, tales como alimentos, según reveló un informe de 2016 del Consejo Estadounidense para una Economía Eficiente en Energía.
Los hispanos con bajos ingresos suelen vivir en casas más viejas, con mala ventilación, además de tener aparatos y sistemas de calefacción antiguos e ineficientes. Estas disparidades generan estrés emocional y efectos adversos sobre la salud física y mental. En 2018 la Administración de Información sobre Energía anunció que casi una tercera parte de los hogares del país tuvieron problemas para pagar sus facturas de combustible, siendo los hispanos y las minorías raciales los más afectados. De los 25 millones de hogares que renunciaron a alimentos o medicinas para pagar las facturas de luz, 7 millones afrontaron esta decisión casi cada mes, corrobora el informe.
En resumen, la población hispana grande y creciente de Estados Unidos tiene un enorme interés en la forma en que el país gestiona simultáneamente sus abundantes recursos de gas natural y petróleo, al tiempo que busca fuentes alternativas. Un sector energético dinámico beneficia a todos y a los hispanos les importa mucho cómo esto puede crear oportunidades de empleo y reducir la inseguridad de los ingresos y la energía.